Salvador Medina Barahona

EQUIPAJE: EXHIBICIÓN FOTOGRÁFICA DE KAT YURCHENKO

In Arte, Cultura, exhibición, fotógrafa ucraniano panameña, kat yurchenko, Letras, salvador medina barahona, ucrania on agosto 14, 2014 at 8:14

                                         POR SALVADOR MEDINA BARAHONA

FOTO BLOG EQUIPAJE KAT

La búsqueda de la propia identidad” anima la primera muestra fotográfica de la artista Kat Yurchenko. Pero, más allá de esa intención subyacente, la exposición nos informa de su deseo de contribuir a la causa de los niños y niñas afectados por la guerra en la región de Donbas, Ucrania.

Yurchenko es clara en su manifiesto: Muchos niños, desde bebés hasta infantes, han sufrido el conflicto de ‘los grandes’ en forma de traumas psicológicos, heridas, orfandad e incluso abandono. Esta es la pequeña forma en que deseo aportar para sus medicinas e insumos.”

Sus fotografías, más que el memorial para un mero goce estético y sentimental, ya venían conformando una especie de equipaje emotivo que la artista se echaría a los hombros en su búsqueda (¿y encuentro?) de un yo personal profundo. De allí el nombre de la muestra: “EQUIPAJE”.

Es como ir por la vida sin pasaportes, negándose a las fronteras y recogiendo testimonio iconográfico en las diversas geografías separadas por las líneas imaginarias de los países o, incluso, por la no tan imaginaria y sí ancha línea del mar: esa sobrecogedora inmensidad oceánica.

Ir desnuda, en suma, haciendo una valija de sueños con los que construir identidad y sortear las incertidumbres del desarraigo.

Kat Yurchenko parece situarse tras el lente como un ser que se espera delante; del otro lado de la cámara. (Roberto Juarroz lo diría a la inversa en este verso: “Me espero detrás de la puerta a la que llamo.”) La artista es, así, sujeto de búsqueda y objeto de autohallazgo: Las imágenes hablan por sí solas, y están pobladas de presencia humana en ambientes urbanos o bucólicos en los que Yurchenko genera su correlato anímico. Tienen el poder de atraernos en su mudez visual, pero mucho se enriquecen al ser acompañadas por títulos que nos señalan, poéticamente, un lugar, una hora, una circunstancia. El anonimato no las preside, pues, y, si por alguna razón prescindiéramos de ese puñado de palabras que las nombra, igual quedaría la fuerza de ese poder evocador que haría que dichas imágenes fueran sentidas como un fardo de emociones pesando sobre nuestro pecho.

Todo buen arte es una pregunta ontológica. Y las respuestas definitivas tal vez no afloren nunca. Pero su grandeza está en la intención que detona experiencias tan concretas como abstractas. Tan reales como oníricas. Los escenarios donde Yurchenko se ha planteado la ineludible pregunta de búsqueda y sentido de pertenencia van desde el tropical país de tránsito que es Panamá (donde nació), hasta Polonia, tierra donde su padre ejerce funciones diplomáticas, y desde Polonia hasta Ucrania, cuna de su madre y de sus abuelos maternos, quienes se niegan a abandonar una zona hoy terriblemente devastada por la guerra, porque allí está su mundo amado, partido en dos, con todo lo que ello implica y apenas alcanzamos a imaginar.

Así, por obra y gracia de las circunstancias y de la incertidumbre, el suyo no se presenta ante nosotros como un arte atizado por los fuegos fatuos de la celebridad, sino que se sustenta en un compromiso social que no evade los presupuestos de la belleza. Compromiso que empezó a fraguarse en los años 2012 y 2013 (incluso mucho antes, desde su propia niñez), y que sería el eje profético de una realidad muy actual, muy cierta, muy absurda y dolorosa, de la cual ignoramos casi todo, y donde el desarraigo y la identidad individual se tornan colectivos, se intensifican y se galvanizan en el caos, bajo los tintes de una toma de conciencia solidaria despertada por la artista.

En la búsqueda de lo perdido, y ante el dolor propio y ajeno, cometemos poesía, oficiamos alquimia espiritual. Nos negamos a sucumbir debido a esa hermosa cualidad humana que llamamos resiliencia. No se sabe a ciencia cierta en qué orden se dan, o si en realidad se dan simultáneamente; pero basta con decir que lo último nos saca a flote en situaciones límite; mientras que lo primero nos ayuda a convertir los metales más comunes o viles en polvo de estrellas: Se subsiste en la resiliencia. Se impregna la mirada de esperanza en el trabajo alquímico.

Kat Yurchenko hace alquimia con su lente y se aboca a una resiliencia personal que la desborda y la hace involucrarse como agente de esperanza entre los ojos perdidos de una niñez con futuro incierto.

                                                                     Panamá, 12 de agosto de 2014.

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